Y aquí estoy haciendo lo que
menos me gusta, viéndole la cara a ese viejo feo y amargado que se refleja en
el espejo del baño cada mañana. Veo ese rostro cansado de andar, en donde cada
arruga y cada mancha dan fe de tantos años de sufrimiento, tantos años de
engaño, tantos años de mentiras, traiciones y cosas. Cosas que hice que en su
momento, a pesar de ser consciente de que estaban mal hechas las hice. Tengo
que cargar con el sabor agrio de la culpa.
La culpa. La culpa es quizá la
que lo arruga a uno. La culpa agarra el pellejo como si fuera papelillo,
marcando los pliegues de la muerte. La culpa envejece, y en esto la ayuda el
miedo. Siempre viví con miedo, todos los hombres vivimos con miedo, siempre. En
tiempos de paz tememos que empiece la guerra, en tiempos de guerra, tememos que
nunca llegue la paz. Sin embargo a pesar de tanto miedo siempre hay lugar para
la ambición.
La ambición. La ambición es la
que nos mueve. Por ambición tengo tanto dinero, por ambición hoy tengo con que comprar perfumes carísimos para
quitarme este olor a muerto que va cogiendo la carne de los humanos después de
los cincuenta. Menos mal tuve ambiciones, menos mal tengo dinero, menos mal aún
puedo comprar.
¿Qué no he comprado yo en la vida? Compré
conciencias, compré mujeres, compré caricias,
compré amores, compré empresas, casas, carros, vidas. Las vidas que
compré las pagué a buen precio, eso me queda a manera de estúpida consolación.
A veces pienso en esos cuatro
muertos, a veces los veo en los semáforos cruzando frente a mi carro, mirándome
fijamente ya no con odio, sino con pesar, porque soy un espectro infeliz
dándoselas de vivo en el mundo de los vivos, un mundo que ya no me pertenece,
un mundo en el que estorbo. Soy sumamente infeliz.
La infelicidad. Ésa, ésa es la
única que me acompaña, soy un fantasma infeliz. No se si haya fantasmas
felices, debe haberlos, pero yo soy un fantasma triste. A veces me meto hasta
la garganta un dedo amarillento de la mano derecha que apesta a nicotina,
intento vomitar, para sentirme vivo y quizá escupir tanta culpa. Pero es
inútil, ya nada me hace sentir vivo. -cada segundo en este planeta alarga mi
perpetuo estado de miseria.
Ya no soy humano, ya soy una cosa que divaga en los espacios, soy un espectro, soy un fantasma, soy soledad, soy tristeza, soy amargura, soy un muerto que aún no se resigna a dejar de respirar.
Ya no soy humano, ya soy una cosa que divaga en los espacios, soy un espectro, soy un fantasma, soy soledad, soy tristeza, soy amargura, soy un muerto que aún no se resigna a dejar de respirar.
Ya estoy listo Señora Muerte,
venga por mí. Hágale un favor al mundo y hágamelo a mí, lléveme, agárreme con su huesuda mano hacia la oscuridad. No quiero
seguir aquí robándole oxígeno a los que
sí están vivos. Sáqueme de mi miseria, porque a pesar de que no tengo certeza
de que me espera bajo su manto, creo que nada puede ser peor a mi inmediata
realidad.
Solo le pido un favor, apelo a su
misericordia para con este viejo, solo tengo una petición para no abusar de su
benévola voluntad y es que cuando nos estemos yendo pasemos por el lago, ojalá
si es por la tarde, cuando estemos allá le explico para qué.
que buena lectura para el viernes en la tarde
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