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Llegaron al hotel ubicado en una
estrecha calle del centro de la ciudad. Pablo tomó a Mateo de la cintura y lo
empujo hacia adentro mientras pasaban agachados por el frente de la recepción
para que la señora que estaba ahí no viera que eran tres. Corrieron hacia la
escalera mientras Juan Carlos compraba hielo en la recepción, en la escalera
volvieron a besarse.
Juan Carlos subió, abrió la
puerta, Pablo entró inmediatamente al baño apurado, cerró la puerta del baño y
en cuanto lo hizo Juan Carlos se volteó y beso impetuosa y torpemente a Mateo.
Mateo abrió exageradamente sus
bellos ojos verdes sorprendido porque no esperaba ese beso. Pablo salió del
baño se sentó en la cama, en donde ya estaba recostado Juan Carlos. Mateo buscó
donde sentarse también y siguieron bebiendo. Los tragos iban conversaciones
sobre hombres, aventuras, sexo, la vida, el amor y muchos temas más.
Al calor de los tragos Pablo se
acercó y empezó a besar a Juan Carlos mientras sobaba su entrepierna. Con la
otra mano atrajo a Mateo y empezaron a besarse al mismo tiempo los tres. Fue
una faena de sexo extraña, con una tensión que se podía percibir en el aire,
cada movimiento parecía calculado desde muchos meses atras. Terminaron a las ocho de la mañana
aproximadamente.
Estaban muy cansados, el efecto
del alcohol empezaba a pasar de borrachera a resaca. Juan Carlos entró al baño
y Mateo le preguntó a Pablo que de donde lo conocía.
—Lo conocí hoy en el aeropuerto
—contestó Pablo como si fuera la cosa más natural del mundo.
Mateo se rio y le dijo: —En serio
¿De dónde y hace cuánto lo conoces?
—Es la verdad Mateo, lo conocí
hoy en el aeropuerto.
—Marica! Que peligro nosotros sin
saber quien es ese tipo ni nada —susurró Mateo alarmado.
—Deja la bobada que ya no nos
pasó nada. Durmamos más bien.
—No Pablo yo tengo que llegar a
mi casa en la mañana, prefiero evitar la cantaleta de mis papás.
Juan Carlos salió del baño e
intentó convencer a Mateo de quedarse a dormir por lo menos hasta el medio día.
Mateo le explicó sus motivos, entró al baño se vistió y tomó un taxi rumbo a su
casa.
Pablo se fue quedando
profundamente dormido mientras que Juan Carlos lo abrazaba por la espalda
fingiendo también que dormía.
Mateo salió del hotel. Busco en
su billetera y no tenía un peso. Pensaba tomar taxi pero temía que como era
festivo no hubiera nadie en su casa para pagarlo, pues sus padres acostumbraban
salir a almorzar a las afueras de la ciudad en días como ese. Tuvo que caminar.
Doce manzanas separaban el hotel de su casa, el sol pegaba fuertísimo y empezaba
a sentir los estragos de la noche anterior, le dolía la cabeza, tenía mucha
sed, le dolían los ojos, los pies y allá. Aun así caminaba rápidamente soñando
con acostarse en su cama y dormir plácidamente.
En el trayecto iban llegando a su
mente las imágenes de la noche anterior. De repente empezó a preocuparse por
Pablo. Llegó a su casa que estaba vacía,
se desnudó rápidamente y se dio una ducha de media hora con agua muy caliente
como para lavar sus culpas. Buscó en la cocina algo para desayunar, su mamá le
había dejado pancakes en el microondas. Desayunó rápido y se acostó a dormir.
Eran las cuatro de la tarde
cuando se despertó, se le vino Pablo a la mente de inmediato. Tomó el celular y
lo llamó. No contestó. Supuso que debía estar durmiendo todavía. Se ocupó de
otras cosas ese día y se acostó a dormir temprano pues al otro día tenía que
trabajar.
Llegó a la oficina más temprano
de lo habitual, ese día tenía comité al
medio día así que almorzaría allí. El día transcurrió normalmente. Eran las
cuatro de la tarde, revisaba los últimos giros que deberían hacerse para pagar
la nómina de mitad de diciembre y la prima de los empleados. Valeria, su
compañera entra con un café a su oficina.
—Mateito, te traje tintico —le
dijo mientras dejaba la taza de café sobre el escritorio de vidrio.
El asintió con la cabeza en gesto
de agradecimiento y sin mirarla siguió con la mirada fija en la pantalla de su
laptop.
—Mateo ¿tu conocías al muchacho
ese que mataron? —preguntó Valeria.
— ¿Cuál muchacho que mataron?
—preguntó Mateo aun sin quitar la vista de la pantalla.
—El que encontraron muerto en un
hotel, era como conocidito.
En eso momento Mateo dejo de
teclear, levantó la vista, respiró profundamente sabiendo que todos sus temores
inconscientes del día anterior se habían convertido en realidad.
Hizo un par de llamadas para
comprobar que Pablo había muerto asesinado en un hotel de una callecita
estrecha del centro de la ciudad, apuñaleado. Los empleados del hotel
encontraron el cuerpo a eso de las ocho de la noche del domingo, cuando se
disponían a limpiar la habitación de la que había salido media hora antes Juan
Carlos.
Encontraron el cuerpo sin manos,
cuatro puñaladas en el pecho, desnudo, boca arriba nadando en las sábanas
blancas ensangrentadas. Las manos estaban colgando de unas cadenas de plata
desde el techo sostenidas desde unos cáncamos que el asesino había puesto a
ambos lados de la cama. Era una escena
macabra.
Mateo nunca le contó a nadie
nada. A los amigos que lo habían dejado con Pablo les dijo que él no había ido
al hotel. Que se había ido una hora después de que ellos se fueron. Lloraba
todas las noches recordando esa noche. Se sentía culpable por no haberse
llevado con él a Pablo. Fueron muchos meses teniendo pesadillas. Todo esto
ocurrió entre el 7 y el 8 de diciembre de 2010.
Fue todo un año el que necesito
Mateo para recuperarse del shock emocional que le provocó la tragedia. Aun así
no olvidaba la fecha.
Era 6 de diciembre de 2011. Al
día siguiente se cumpliría un año desde esa noche fatídica en que decidió irse
de rumba con sus amigos en vez de quedarse en casa de la tía Julieta con el
resto de su familia.
Ese 6 de diciembre se conectó a
internet al llegar a su casa, abrió Facebook primero que todo como tenía por
costumbre. Vio el color rojo de las notificaciones, una solicitud de amistad y
un mensaje. Abrió primero el mensaje que decía: “Hola Mateo, espero te acuerdes
de mí. Hace un años nos conocimos y mañana estaré por allá, sería bueno que nos
viéramos para recordar, ahí te mande la invitación para que seamos amigos en
Facebook, un abrazo, Juan Carlos”.
No esperaba ese desenlace. Muy bueno. Seguiré pendiente.
ResponderEliminarWow ... me quedé esperando la historia rosa de tríos y no un genial desenlace tipo thriller
ResponderEliminarA última hora se dio el viraje. Gracias por leerme.
Eliminarooohhhh :s no esperaba ese descenlance... pero algo malo me esperaba por el título
ResponderEliminar@alvaroandres21
Como siempre a mí se me olvidan los títulos, aunque empecé a sospechar algo desde la mitad, una muy diferente forma de finalizar una entrada, ahora entiendo lo que me decías... ha pasado un año señor y es bueno ver que no sólo has evolucionado como persona, sino en tu manera de escribir. Estaré a la espera de más historias.
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