Hola. Quiero contarles una historia que pasó hace unas semanas, una crónica de viaje de un fin de semana en el que decidí perderme de la civilización y tener un encuentro cercano con el pasado.
Esta historia es larga, calculo que serán unos siete post que con el tiempo iré publicando.
A las 3 de la tarde llegó el tío
Jorge en su Jeep Willys modelo 65 “engayado” como él mismo lo describe. Este
modelo de Jeep ha sido el principal medio de transporte para la industria
cafetera del país. Creo yo, y es una suposición, que el eje cafetero es la
parte del mundo donde más Willys hay, de hecho en Calarcá Quindío hacen carreras
y competencias de habilidades en estos vehículos.
Este viaje fue idea de mi abuela.
Ella aparentemente quería ir por última vez a la tierra donde nació y creció,
ver de nuevo los caminos y arroyos de su infancia, volver a la casa de sus
padres. En la mañana logró convencerme de que la acompañara, además porque esa
fue una de las condiciones que le impuso mi papá para dejarla ir, que se
llevara a la enfermera que la cuida y que
yo, su nieto preferido (sarcasmo) la
acompañara también, para que en caso de
presentarse alguna emergencia médica debido a su avanzada edad yo la trajera
cuanto antes a Cartago.
La abuela tiene 90 años, nació al
igual que yo un 26 de junio, ella de 1921 y yo de 1988. Compartimos la misma fecha de nacimiento pero contrario a lo
que podría pensarse somos personas total
y radicalmente diferentes.
Nuestra relación era muy buena
hasta que ciertas diferencias de pensamiento y creo que generacionales son
distanciaron. A la abuela no le cabe en la cabeza que yo no crea en Dios, sufre
porque mis papás nunca me bautizaron (ella intento hacerlo a escondidas de
ellos una vez) y además hay algunas cosas en mi comportamiento que ella deplora.
Sin embargo acepto acompañarla, el viaje me sentaría bien e ir allá también sería
para mí un viaje en el tiempo, recordar las vacaciones de la infancia y
complacer aunque sea en esto a la abuela, quizá por última vez. Dos condiciones
le impuse para acompañarla, llevar mi propia comida y llevar a
Sasha, mi perrita labrador de 3 años.
Claudia es una auxiliar de
enfermería que cuida a la abuela desde hace dos años, es soltera tiene 25 años
como me contó en uno de los desayunos, bajita, gordita pelo negro y un ojo que
mira al este, mientras el otro mira al oeste pero que solo se nota si uno es
buen observador.
La otra acompañante es la tía Lucrecia, tiene 88 años, cabello
negro sin una sola cana, medía en su cédula 1,62 m. ahora calculo que mide unos
1,52 m., la vejez encoge. Ha sido durante décadas la confidente y más cercana
de las hermanas de la abuela. Soltera, jamás se casó, fue novicia en un
convento de monjas dominicas pero se salió porque una monja lesbiana intento
violarla, según ella con el consentimiento de la Superiora.
—Mijo apúrese que va a llover y
esa carretera está muy mala —dice el tío Jorge mientras mira el reloj de oro
que lleva en la muñeca derecha. Lo lleva en la derecha porque se acostumbró en
sus años de universitario en Bogotá a llevarlo ahí, según él si lo llevaba en
la izquierda los ladrones lo rapaban mientras conducía. El reloj era de su
padre, es decir mi bisabuelo. El tío Jorge tiene 78 años que no aparenta.
Le digo al tío Jorge que me deje
conducir, pues la idea de que un anciano de 71 años me lleve por los voladeros
de la cordillera central no me agrada entre otras cosas porque me da la impresión de que el tío Jorge no oye
por el oído derecho. Es el menor de los hermanos de mi abuela, estudiaba
derecho en la Universidad Nacional pero cuando iba en tercer año lo apresaron
supuestamente por ser guerrillero, pagó dos años de cárcel en Boyacá, fue una
injusticia, el guerrillero era su hermano Jaime que ya andaba en las montañas. Después
de salir de la cárcel decidió no estudiar más y se devolvió a administrar la finca de la familia, desde
eso, no sale de allá sino para aprovisionarse de comida y cigarrillos los fines
de semana en Cartago.
La historia continua aquí.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola...
ResponderEliminarChevere...Historias, pasado y sentidos... Estaré atento a mas...
Saludos desde el Lejano y elevado Olympo.
ResponderSuprimir
:)
Eliminarbello eso de relatar un viaje con los mayores y sus mil historias color río, montaña y carretera.
ResponderEliminardónde se lee el resto?