No creo en el Dios todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra, castigador, impulsivo, rabioso, asesino, esclavista, homofóbico y sexista descrito en
la Biblia. Quisiera creer en una energía universal que mueve todas las cosas,
pero prefiero no hacerlo.
No creo en Jesucristo su único
hijo, que nació de las entrañas de una virgen, aunque me parecería genial que
alguien pudiera convertir el agua en vino, y creo que una de las frases que el
atribuyen: “Haz a otros lo que quieres que te hagan a ti” es una de las cosas
más sabias que se han dicho.
No creo en la Iglesia Católica Apostólica
y Romana, de hecho la considero la organización más abominable sobre la tierra,
asesina, misógina, mentirosa, envidiosa, vieja, decrépita, solapada, hipócrita
y muchas cosas más. No creo en Benedicto XVI ni en ningún Papa.
Creo en la ciencia, en el libre
pensamiento, la razón y el poder del conocimiento. No creo en censuras, ni en
ninguna forma de coartación a la libertad.
Creo en el liberalismo, pero no creo
en el partido liberal. No creo en Uribe, no creo en Obama, detesto a Bush, le
creo un poquito a Santos pero no confío en él. No creo en el partido Conservador,
ni en el partido Verde, ni en Mira, ni mucho menos en la U o el PIN. No creo en
los republicanos y desconfío de los demócratas, porque a la hora de llegar a la
Casa Blanca todos demuestran tener la misma actitud frente al resto del mundo.
No creo en el comunismo, ni en el
socialismo, ni en el capitalismo, pero de los tres prefiero el último. No creo
en la democracia, me parece un sistema deforme y proclive a la corrupción, estúpido
en sus cimientos. No creo en las monarquías ni en los reyes cazadores de
elefantes.
No creo en el amor para toda la
vida. No creo en los mensajes románticos del comercio, no creo en San Valentín,
ni en el día del amor y la amistad. Creo que no estoy seguro de nada con
respecto al amor.
Creo en el amor de una mamá, que
es una de las fuerzas mas poderosas del universo. No creo en muchas de las
advertencias paranoicas que me hace mi mamá.
Creo en el sexo, creo en las caricias, soy devoto de los besos. Creo en los abrazos dados después de mucho tiempo. Creo en la compañía y creo en la soledad.
No creo en las portadas de las
revistas, no le creo a RCN ni a Caracol,
ni al Tiempo ni al Espectador. No le creo a CNN ni a la BBC. No le creo a
nadie.
Creo firmemente en el respeto, la
tolerancia y la amistad.
Creo que el populismo es un cáncer.
No creo en las ayudas a los pobres, ni en la caridad, ni en mercaditos para los
damnificados. Creo en la inclusión productiva y la generación de oportunidades.
No creo en este país, ni creo que vaya a mejorar, al menos no para todos, solo
para unos cuantos.
No creo en fotos de perfil, en
blogs o en tweets. Creo en las conversaciones francas lubricadas con licor.
Creo en la noche, reina y cómplice de todo tipo de deliciosas fechorías. Creo
en la risa, creo en el buen humor, creo en el aguardiente y en el ron.
No creo en las fotos que ponen en
las cajetillas de cigarrillos, pero creo que debo dejar de fumar.
No creo en Linux.
Creo en mi mismo, más que
cualquier cosa, estoy tan convencido de todo lo que puedo llegar a ser, a
conseguir, a crear. Creo que soy especial. Creo que nací con estrella.
Creo que no creo.
amo lo que escribiste.
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